Velocidad. Los patinetes son, junto con las bicicletas, una de las opciones más rápidas para desplazarse dentro de una localidad para ir a trabajar, al colegio, a hacer la compra… Resulta dos o tres veces más rápido que circular a pie. Y no tenemos que esperar en los transportes públicos, o no tenemos que buscar un lugar para aparcar, como ocurre con el transporte privado.
Facilidad para guardarlo. Al ocupar menor espacio que la bicicleta y, por supuesto, que los automóviles (sobre todo si está plegada) se puede guardar o llevar en cualquier lugar: casa, oficina…
Comodidad. Los patinetes son un medio de transporte cómodo. Además, se combina bien con la movilidad de peatón, porque con poner simplemente los pies en el suelo nos convertimos en peatones: si queremos cruzar el semáforo en la misma dirección que ellos o ellas, etc.
Coste menor. Circular con patinete es bastante económico en comparación con el coche o el transporte público, tanto por su precio como por el coste del kilómetro, que es prácticamente nada (menos de 1€ por 100 km). Además, el coste de compra es bajo: desde 300 €.
Autonomía. Tienen la posibilidad de realizar cada vez mayores distancias, hasta 25 km en modelos simples, e incluso hay modelos que pueden alcanzar hasta 40 km.
Intermodalidad. El patinete es fácil de llevar en otros medios de transporte plegado (tren, metro…) y, además, en la mayoría de los casos al transportarlo de esta manera lo toman como un paquete y no cobran por ello, a diferencia de como hacen con las bicicletas.
Sostenibilidad. En comparación con la mayoría de los vehículos que utilizan combustible (coches, camiones…) es muy poco contaminante, sobre todo si utilizamos electricidad de una empresa de energía renovable para recargarlo. Esto puede ayudar a reducir la contaminación atmosférica y acústica en los pueblos y ciudades.
Contaminación: El patinete no emite gases contaminantes tóxicos ni de efecto invernadero. Contribuye a la lucha contra el cambio climático y un aire limpio.